A veces me olvido el por qué me alejo de las personas, de algunas; no todas... Luego recuerdo, luego de años... Que era porque no creían en mí. Lo hago en silencio, y sin decir una palabra... Hay cosas que no se prestan a discusión. No podes culpar a alguien por no creer en vos... Tampoco podes pedirle que cambie de opinión. Ni siquiera con hechos, a veces esa persona no vale la pena el esfuerzo. Cuando digo "no creer" no hablo de un "no vas a lograrlo", hablo de un casual "no servís para tal cosa, pero te veo mejor en esta otra".
A veces me pregunto qué lleva a la persona a compartir esa opinión. ¿Y si esa "tal cosa" es una meta, o algo que quiero concretar?... Si me ves en el camino, si es algo que quiero que esté en mi destino, ¿por qué echarlo para atrás? ¿Sólo porque "lo haces mejor"? ¿Sólo porque necesitas que complemente tus intereses haciendo 'la otra cosa'?.
¿Por qué no ver la pasión detrás, y quedarse sólo con los resultados actuales? Acaso esa pasión, ¿no sirve de nada? ¿No sirve como impulso, no ayuda a trazar el camino? ¿Por qué no ofrecer ayuda haciendo de la opinión una crítica constructiva, en vez de quedarnos en el "no servís"?.
Sí, una opinión casual, un comentario casual, o al menos por ello se hizo pasar... un detonador.
Los años hacen perdonar y perdonarte, por haberlo tomado así. ¿Acaso debería haberlo tomado de otra manera, que alguien venga a sacar una pieza para que se caiga el jenga?. Como digo, hay cosas que no vale la pena sentarse a conversar... Y siempre agradezco la sinceridad, pero eso no significa que esté dispuesta a ser falsa con una persona, a sonreírle a quien sé que no cree en mí.
Al fin y al cabo es irónico, ya que lo único que cuenta es lo que nosotros pensamos de nosotros mismos. Si nosotros los creemos posible, tenemos la capacidad para hacerlo realidad.
Pero no somos seres insensibles y es por eso que nos importa qué piensan aquellos que consideramos nuestros afectos, quien tenemos a nuestro lado, con quien pensábamos pasar más que un buen rato, una vida entera… Pero por más cosas en común, por más química, fotos y risas… Por más que descubras el alma detrás de una cámara, a veces eso no basta… Conocer a tu pareja, apoyarla y motivarla… Algo tan sencillo como eso, puede marcar la diferencia. Porque unas palabras equivocadas pueden herir más profundamente que una espada.